Era una mañana de sábado, Manuel limpiaba la casa, le encantaba realizar las tareas del hogar mientras Elena estudiaba el plan del domingo para ambos. Ella era policía judicial en Barcelona y el trabajaba de auxiliar de limpieza en el hospital de la ciudad.
Cada vez que tenían oportunidad y no trabajaban en fin de semana, juntos decidían que hacer esos días de ocio y tiempo libre. Vivian un montón de aventuras por la valentía con la que Elena abordaba las situaciones por las que pasaban en cada actividad. Manuel era más tranquilo y sosegado y su pareja nunca dejaba de sorprenderle.
En la última salida en pareja, ambos sufrieron el ataque de un oso pardo en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno y gracias a la pericia y audacia de Elena pudieron salir de aquel trance. Manuel recuerda todavía como se quedo petrificado ante tan majestuoso animal. La osa solo quería proteger a sus oseznos, pero ellos hasta un buen rato después, no supieron el motivo de porque fueron perseguidos por aquel animal hasta que lograron escapar gracias a que Elena empujo a Manuel al agua, justo cuando la osa se disponía a clavar sus zarpas sobre el cuerpo quieto de Manuel.
Ya en la caseta del personal del parque y con toda la ropa empapada, una trabajadora de allí les explico el motivo del ataque de la osa, un animal muy tranquilo, y que había actuado así porque ellos habían invadido el espacio de protección de sus crías había.
De vuelta a casa Manuel no era capaz de articular palabra en el asiento del copiloto, mientras Elena no dejaba de mirarle y sonreír mientras conducía en el atardecer de ese domingo de primavera.
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